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31 octubre 2020

MARINOS DE LA REPUBLICA. SOLDADOS DE ESPAÑA.

Rompiendo una norma que me impuse hace algunos años, hoy voy a hablar del submarino C3. ¿Conocéis su historia? Supongo que sí pero de todas formas os la resumo. El C3 era uno de los submarinos de la clase “C” que cuando en 1936 se produjo el alzamiento militar quedó del lado de la República. En diciembre de 1936 al poco tiempo de haber zarpado de Málaga, el C3 se hundió tras sufrir una violenta explosión. Más tarde se supo que el buque fue torpedeado por el submarino alemán U-34 al mando del teniente de navío Harald Grosse que regresaba de Cartagena,  zona en la que había estado desarrollando una misión secreta que había sido bautizada como Operación Úrsula. 37 de los tripulantes del C3 se hundieron con el submarino. Otros tres se salvaron y fueron recogidos por pesqueros malagueños que faenaban en la zona. En 1997, 61 años después del hundimiento, un abogado malagueño llamado Antonio Checa observó mientras pescaba que en un determinado punto a unas cuatro millas al SE del puerto de Málaga afloraba en la superficie del mar gasoil. Antonio me lo describió un día diciéndome que “aquello olía como una gasolinera”. Gracias a la tenacidad de este abogado malagueño se pudo confirmar que el gasoil fluía del casco del submarino C3 siendo confirmado el hallazgo por el buque de la Armada Española “Poseidón”.

El C3 había permanecido olvidado durante 61 años. Se llegó incluso a difundir la historia durante el final de la guerra civil de que el C3 había sido reflotado y puesto de nuevo en servicio. Yo personalmente lo incluí en mi carta de Los Naufragios en la Provincia de Málaga como hundido y posteriormente reflotado según la versión que me había referido un antiguo tripulante del también hundido “Almirante Ferrandiz”. El hallazgo estuvo desde un primer momento rodeado de polémica acerca de  quién tenía las competencias sobre el buque hundido, qué se debía hacer con los mismos y otras cuestiones que suelen surgir cuando aparecen los restos de un buque hundido. Lo peor de todo fue que la historia se politizó como por desgracia sucede con demasiada frecuencia en esta nuestra querida España. La extrema izquierda se apropió de la historia del C3 y presentó a sus tripulantes caídos como si hubieran sido víctimas de una ejecución y comenzó a denominar a los restos del C 3 como “la fosa C 3”. Lo de fosa es porque se pretendía equiparar los restos del buque a las muchas fosas comunes de uno u otro bando que hay en nuestro país.

Decía al principio de este post que desde hace años me impuse la norma de no hablar del C 3. Por dos motivos; el primero porque considero que es Antonio Checa, su descubridor, a quien por méritos propios corresponde hablar y difundir la historia del C 3 y la segunda porque no me gustan las historias politizadas. Hace ya bastantes años, en un pequeña charla improvisada en un café malagueño con un grupo de amigos aficionados al tema marítimo una señora me preguntó mi opinión sobre, y cito textualmente,  “las posibilidades de reflotar la fosa C3”. Con la mayor cortesía posible le expliqué que el C3 era un buque de la Armada Española hundido en acción de guerra y no una fosa común. La buena señora se ofendió bastante y acabó llamándome “facha de mierda”. Desde aquel momento, suavizado he de añadir por la actitud de mis amigos que llamaron al orden a esta señora (que por cierto se pasó el resto de la charla dando por el tanque de popa hasta que decidió irse al ver que no le hacíamos caso) decidí que no volvería a hablar en público del C3.

Sin embargo el otro día, oyendo una emisora local,  alguien, supongo que de los de la memoria histórica,  volvió a hablar del C3 y se refirió al mismo como la fosa “C3”. Me molestó tanto que en nuestra España del año 2013 , 77 años después del hundimiento del C-3, se siguiera tergiversando la historia y patrimonializando a los muertos que decidí romper la norma y escribir estas líneas. Vayamos por partes:

No me avergüenza reconocer que por mis afinidades políticas nunca hubiera servido bajo la bandera de la república (al menos de forma voluntaria) pero también he de añadir que respeto profundamente a los marinos de guerra o civiles que eligieron esta opción. El C3 era un buque de la Marina de la República, de eso no cabe ninguna duda, pero de la República Española y por tanto quienes allí cayeron eran soldados de España y por España murieron. Por eso su recuerdo me emociona y aunque algunos no lo puedan entender, me enorgullece. Al igual que me emociona y me enorgullece el recuerdo, por ejemplo, de los que cayeron en el Baleares. Todos, los de uno u otro bando, eran españoles. Fueron nuestros héroes y su memoria, la de todos ellos,  debe ser honrada por igual.

El C3, y si a alguien le molesta lo que voy a decir me da exactamente igual, fue hundido en combate, en acción de guerra. Sus tripulantes no fueron ejecutados como prisioneros políticos sino que cayeron por su país en esa acción de guerra. Por favor, no escupamos sobre su tumba patrimonializando su muerte por estúpidos intereses partidistas.

Tal vez los que tan aficionados son a hablar de fosas comunes, de ejecuciones y de cosas así deberían dedicarse, por ejemplo, a difundir la historia de los oficiales navales de la República que hicieron su trabajo sirviendo a España como mejor pudieron. Me vienen a la memoria, por ejemplo, nombres como los del almirante don Valentín Fuentes o el don Fernando Oliva, o el del capitán de corbeta don Remigio Verdía, jefe del arma submarina de la República y que cayó también en Málaga en un bombardeo. O el de don Luis González de Ubieta, el gran almirante de la República que en una excelente maniobra naval hundió al crucero Baleares y que en el año 1950, en el exilio, se negó a abandonar el viejo mercante que se hundía y a cuyo mando se encontraba,  pese a las súplicas de sus tripulantes. Me viene también a la memoria el nombre del teniente de navío don David Gasca, que también participó en el hundimiento del Baleares y que en el exilio, cada vez que firmaba un documento, escribía debajo de su firma el número de días que llevaba fuera de España. Hay que ser muy español y te tiene que doler mucho el alma para hacer eso.

Mientras escribo estas líneas pienso que tal vez el sacrificio y la muerte de todos esos marinos, los de uno y otro bando, han tenido que contribuir de alguna forma a que vivamos en una España en la que yo puedo escribir y publicar estas líneas o en la que una señora me puede llamar en público facha de mierda sin que tengamos que andar abriendo fosas comunes. Todos aquellos marinos que combatieron durante la  Guerra Civil Española, los republicanos y los nacionales eran Marinos Españoles, Soldados de España y todos ellos merecen que honremos su memoria. Por favor no escupamos sobre sus tumbas.

Fernando José García Echegoyen

naufragios.es@gmail.com

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