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31 octubre 2020

LOS PECIOS DE TRAFALGAR.

 

Es el nuestro un país sin memoria cuya principal consecuencia es el desconocimiento de la trascendencia  de hechos históricos que han quedado más o menos difuminados por el paso del tiempo, el olvido, la desmemoria y la desidia institucional de una nación  cuyos reyes, políticos y administradores estuvieron tradicionalmente más pendientes de medrar en sus puestos y dignidades que reconocer el sacrificio de los hijos de España. Y Trafalgar es un ejemplo de lo que afirmamos. Aquel combate naval al que don Benito Pérez Galdós se refería como  “la terrible catástrofe de nuestra Marina”, es más que una simple batalla. Trafalgar, aparte de ser   uno de los grandes hitos de la decadencia naval de nuestra patria,  es una de las mayores y más memorables batallas navales de la historia de la humanidad con unas consecuencias y trascendencia que fueron incluso inimaginables para todos sus protagonistas, desde Reyes y validos hasta los tripulantes de los navíos que en el combate se batieron con tanto valor, desde los almirantes y comandantes hasta los simples monos de la pólvora.

Decimos que Trafalgar fue una de las mayores y más memorables batallas navales de la historia. Téngase en cuenta que hasta aquel  21 de octubre de 1805 el mundo no había visto nunca una batalla naval de las dimensiones de la de Trafalgar ni una concentración de poder naval como en la que aquel aciago día se produjo a tiro de piedra al Sur de un lugar tan familiar como los Caños de Meca. Considérelo usted, amigo lector. En un sector de océano de apenas 25 millas cuadradas, en el momento en el que las escuadras se encontraban más desplegadas, y en un periodo de tiempo no superior a las 5 ó 6 horas se concentraron las tres flotas  de guerra más poderosas del mundo. Tres flotas, la inglesa, la francesa y la española que   sumaban en navíos de línea un total de 60 buques. 15 buques españoles, 18 españoles y 27 ingleses. La potencia de fuego de aquellas flotas era terrorífica, inimaginable en los parámetros de la época. Un total de 4.754 cañones que durante esas cinco horas no dejaron de disparar. La flota combinada estaba tripulada por un total de 27.000 hombres (12.000 españoles y 15.000 franceses) mientras que la flota británica contaba con un total de 18.000 tripulantes. Cuando las columnas inglesas de Collingwood y Nelson cortaron la larguísima y descoordinada columna franco española se produjo una melé sangrienta y devastadora en una superficie de océano de tan sólo unas dos millas cuadradas.

Y en torno a las 18:00 horas de aquel 21 de octubre de 1805, cuando sonaron los últimos disparos, el aspecto que presentaba aquella sección de océano convertido en  improbable campo de batalla era desolador. De los 12.000 marinos españoles 1022 perderían la vida en la batalla, otros 1.383 resultaron heridos y 2.500 fueron hechos prisioneros. Las pérdidas francesas fueron superiores; 2.218 muertos, 1155 heridos y 500 prisioneros y los británicos por su parte sufrirían la pérdida de 449 hombres resultando heridos otros 1.241 tripulantes. La mayor parte de los buques de la escuadra combinada que aún flotaban estaban, según la terminología náutica de la época, mochos, sin palos o con su arboladura dañada en mayor o menor medida. Eran como gigantescas boyas humeantes cuyos tripulantes sanos se afanaban con desesperación en el manejo de las bombas de achique que expulsaban por los imbornales toneladas de agua que presentaba un siniestro color rojizo. Al final de aquella jornada   el reparto de poder naval en el mundo había cambiado para siempre.

Tras el combate fueron llegando a la costa los despojos de la batalla. Así describe el Capitán de Navío don Cesáreo Fernández Duro, uno de nuestros más insignes publicistas navales, aquel terrible espectáculo en su magnífico trabajo “Naufragios en la Armada Española”:

“La mar levantada por un furioso temporal del SSE, presentaba en la costa comprendida entre Cádiz y el Estrecho de Gibraltar, elocuente testimonio de la horrible escena de la víspera : palos, vergas y embarcaciones destrozadas; fragmentos de toda especie tintos de sangre flotaban en todas direcciones y eran arrojados a la costa. Los navíos de aquellas escuadras que con tanto encarnizamiento se batieran, ahora desmantelados y dispersos ponían a nueva prueba la energía de sus tripulaciones, reparando las averías, armando bandola y combatiendo, en fin, un nuevo y más terrible enemigo que amenazaba a todos con la misma suerte”

La escuadra combinada perdió 15 de sus 33 navíos (sin contar con los que quedaron en manos inglesas), casi el 50% de la misma, de los cuales 7 eran españoles, las mejores unidades de la Armada que sufrió un  serio revés aunque no tan grave como pudiera esperarse sobre todo teniendo en cuenta la nefasta actuación de los franceses, durante y después del combate. El mismo  fue muy igualado, y se perdió por dos errores muy graves de los oficiales y marinos franceses.  El pabellón de la combatividad y del honor quedó del lado de los españoles: España solamente perdió 10 navíos. Luego,  en 1808,  en la guerra contra la traición y ocupación de España por las tropas francesas de  Napoleón, se recuperaron  por la fuerza  los cinco navíos franceses que  estaban fondeados en la bahía interior de Cádiz por lo que en realidad el saldo de pérdidas fue de únicamente  5 navíos, contando la Armada Española con 44 más. A España como nación la batalla de Trafalgar le hizo poco daño: el verdadero  gran  daño fue  la ocupación francesa que en su derrota y huida destruyó todos los astilleros y fabricas de España 

 

Este es el listado de pérdidas totales por acción de guerra o por accidente de mar que a continuación procederemos a describir:

 

Navíos españoles:

-          Santísima Trinidad.

-          Rayo.

-          San Francisco de Asís

-          Neptuno.

-          Monarca.

-          San Agustín.

-          Argonauta.

Navíos franceses:

-          Bucentaure

-          Indomptable

-          Aigle

-          Berwick

-          Fougueaux

-          Achille.

-          Intrepid.

-          Redoutable.

En función al modo y ubicación en que se produjeron las pérdidas podemos hacer la siguiente clasificación:

 

1)    Buques perdidos en combate en el campo de batalla.

-          Achille (francés)

 

2)    Buques hundidos por los ingleses tras haber sido apresados.

-          Santísima Trinidad (Estrecho de Gibraltar)

-          Argonauta (Estrecho de Gibraltar)

-          San Agustín (Estrecho de Gibraltar)

-          Intrepide (Estrecho de Gibraltar)

-          Redoutable. (Estrecho de Gibraltar)

 

3)    Buques perdidos por hundimiento o embarrancada durante el temporal que se desató tras la batalla.

 

-          Rayo (playa de Arenas Gordas, Torre del Zalabar)

-          Neptuno (Embarrancado en el Puerto de Santa María)

-          Bucentaure (Embarrancado a  la entrada de la Caleta, Cádiz)

-          Aigle (Desembocadura del Rio San Pedro, Puerto Real)

-          Fogueux (Hundido en Santci Petri)

-          San Francisco de Asís. (Desembocadura del Rio Salado, entre el puerto y Rota)

-          Indomptable (Embarrancado en el bajo de la Galera)

-          Monarca (Arenas Gordas, actual paraje de Matalascañas)

-          Berwick (Arenas Gordas, Torre del Zalabar)

 

Buques perdidos en combate en el campo de batalla:

ACHILLE.  El único navío hundido en el combate fue el francés Achille, un precioso navío de línea de 74 cañones y construido en 1798. Entre  las 17:30  y las 17:45 horas el Achille sufrió una explosión que destrozó su casco tras haber tenido a bordo varios incendios que se convirtieron en incontrolables. Cuando el fuego alcanzó la santabárbara el navío explotó saltando por los aires y pereciendo en la explosión no menos de   470 personas         sobreviniendo al naufragio unos 200 hombres únicamente.

Así describió la explosión un testigo desde un buque inglés:

Fue un resplandor tan grande y poderoso como se pueda concebir. En un momento el casco se vio envuelto en una nube de humo y fuego. Una columna de poderosas llamas se elevaron a una altura enorme en la atmósfera acabando por expandirse en un globo inmenso que, por unos pocos segundos, se asemejó a un grandioso árbol en llamas moteado de oscuras manchas provocadas por pedazos de maderas y cuerpos humanos que durante unos instantes permanecieron suspendidos en la nube.

Si hemos de hacer caso a los testimonios de los testigos, el Achille prácticamente se desintegró por la explosión. Ello no significa que los restos del navío carezcan de interés hoy en día. Que sepamos no se ha realizado ninguna actuación arqueológica en la zona. El análisis de los restos del Achille sería de un enorme interés arqueológico y a buen seguro nos proporcionaría gran cantidad de informaciones sobre la batalla de Trafalgar y su época como así ha sido en el caso de otros navíos que resultaron destruidos por incendios o explosiones. Recuérdense los casos de L´Orient en Abukir o de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes.

Otra cuestión de interés a tener en cuenta en los fondos marinos del que fue el campo de batalla de Trafalgar sería la gran concentración de materiales férricos, concretamente de proyectiles de artillería. Aquel día se debieron hacer decenas de miles de disparos de cañón. Muchos de estos miles de proyectiles todavía se encontrarán en el fondo marino. El análisis de la posición y concentración de proyectiles utilizados durante la batalla también constituiría una importantísima fuente de información acerca de la batalla, desarrollo de la misma, posición de los buques etc.

 

Buques hundidos por los ingleses tras haber sido apresados.

Los cinco buques hundidos por  los ingleses tras haber sido apresados tienen algo en común: que desconocemos su posición exacta. El temporal que se desató tras la batalla y el lamentable estado de los cinco navíos (los españoles Santísima Trinidad, Argonauta y San Agustín así como los franceses Redoutable e Intrepide) se hundieron, en algunos casos, tras haber sido incendiados por sus dotaciones de presa inglesas para evitar que volvieran a caer en manos enemigas.

La cerrazón provocada por el temporal y el caos que reinaba en las cubiertas en aquellos trágicos momentos coadyuvaron a que no se tomaran referencias exactas de los puntos en los que se produjeron los naufragios. Ello ha contribuido a que cuando se hable del hundimiento de estos navíos se haga con no poca confusión. Lo que sí parece bastante probable es que los naufragios de los cinco buques o de la mayor parte de los mismos se debió de producir al Este de la sección de océano en la que se desarrolló la batalla. La razón es simple: el temporal que se desató tras la batalla era inicialmente de componente Oeste. Si bien al tercer o cuarto día el viento roló al Este, no parece muy probable que los maltrechos navíos navegaran contra el mar y el viento habida cuenta de su estado, destrozos en el aparejo y por tanto práctica ingobernabilidad de los mismos. A ello hay que unir el hecho de que los navíos habían sido marinados por trozos de abordaje británicos que, obviamente, intentaban remolcar a los mismos hasta Gibraltar.

Esta indeterminación en la posición de los restos de los navíos sirve también en parte como protección de los yacimientos. Varios  de los pecios de Trafalgar han sido sometidos a frecuentes expolios por parte de los buscadores de tesoros y de recuerdos. ¿Por qué razón? Porque todos ellos vararon o embarrancaron en la costa o se hundieron muy cerca (a escasos metros de la misma). Tenemos por ejemplo los casos del Fogueoux y del Bucentaure, hoy en día afortunadamente catalogados y protegidos por las autoridades de patrimonio pero de los que se sabe que han sido ampliamente expoliados en tiempos pasados. Téngase en cuenta que los objetos recuperados de este tipo de navíos, independientemente de que llevaran oro, plata u otros efectos considerados habitualmente como tesoros, tienen gran valor económico siendo vendidos en el mercado negro a precios astronómicos.

Otro factor que protege a estos yacimientos es la profundidad a la que se encuentran los mismos, todos ellos muy probablemente por debajo de la sonda de los 100 metros lo cual reduce de forma muy importante la posibilidad de expolio de los pecios.

A continuación vamos a detallar someramente el naufragio de cada uno de estos navíos.

Santísima Trinidad. Tras el combate, el navío completamente desarbolado y con gravísimos daños en el casco, fue tomado a remolque por el navío Prince de tres puentes, comandante el capitán de navío Richard Grindall. Tras tres interminables singladuras y viendo que el Trinidad se mantenía a flote los ingleses decidieron destruirlo. No podían permitir que el legendario navío fuera arrojado por el temporal a algún punto de la costa de Barbate y que  varara para ser posteriormente  recuperado por los españoles. Para ello procedieron a barrenar el navío que tras las explosiones finalmente desapareció bajo las aguas. Gran parte de la tripulación superviviente fue recogida por los navíos Prince y el Neptune. Sin embargo una cantidad de heridos que oscila según las fuentes entre 80 y 100 personas (25 para los ingleses) no pudieron ser salvados.  En los días posteriores al naufragio, varios grandes trozos de los costados del Santísima Trinidad fueron arrastrados por las corrientes hacia el norte, apareciendo varadas en las playas de Sanlúcar. Las autoridades de Marina españolas reconocieron los fragmentos identificándolos como pertenecientes al Santísima Trinidad. En cuanto a la posición del pecio hay muchísimas versiones.  Hay quien lo sitúa en la costa de Sanlúcar, otros lo ubican a 50 millas al SW de Cádiz, los cazadores de tesoros  italianos e ingleses hablan recurrentemente de un pecio ubicado a tres o cuatro millas al sur de Punta del Camarinal y en un fondo de unos 120 metros. Otros especialistas lo posicionan a unas 28 millas al Sur de Cádiz (posición casi coincidente con el campo de batalla). Hay testimonios de buzos que hablan de un enorme pecio de madera ubicado al sur de Barbate en un fondo de algo más de 100 metros. La gran calidad de las maderas con las que se construyó aquel “Escorial de los Mares” y que habría contribuido a la buena conservación de las mismas en el fondo marino nos hace pensar que esos testimonios de estos buzos podrían corresponderse efectivamente al lugar en el que reposan los restos del legendario navío.

En realidad los restos del Santísima Trinidad están bastante bien localizados. De hecho nuestro grupo de investigación de la Asociación Nacional de la carabela Niña, nao Santa María y navío Santísima Trinidad lo tiene ya localizado exactamente a 140 metros de profundidad, y solamente estamos esperando a la publicación del libro que usted tiene entres sus manos  sobre el combate de Trafalgar para conseguir ayudas para su recuperación y conservación  en un museo internacional de la navegación en Cádiz.

 

Navío Argonauta. El navío de 80 cañones Argonauta intervino en la batalla de Trafalgar al mando de don Antonio Pareja el 21 de octubre de 1805 Tuvo una heróica intervención en el combate rindiéndose al HMS Ajax con 60 muertos y 148 heridos a bordo. Se hundió el día 30 de septiembre (9 días después del combate) tras ser incendiado por la tripulación de presa británica para evitar que pudiera ser represado. Se desconoce la ubicación de sus restos aunque es de suponer que se encuentran en el Estrecho de Gibraltar. Dada la fecha del hundimiento y el hecho de que estaba siendo gobernado rumbo a Gibraltar no sería descabellado pensar que se hundió ya bien al Este de Tarifa. Confirmaría esta hipótesis el hecho de que la tripulación del Argonauta según diversas fuentes fue desembarcada poco después del hundimiento en la ciudad de Algeciras.

Navío San Agustín. Durante el combate el navío de 74 cañones SanAgustín fue atacado por los navíos ingleses  Leviathan, Conqueror, Africa y Britannia, siendo el primero de los mismos el que más daños le ocasionó. Sobre las 17:30, al final del combate, yacían en sus cubiertas 180 muertos y 200 heridos. La arboladura del navío estaba destrozada, no quedaba ni uno de sus palos en pie y el casco presentaba gravísimos daños. Durante toda la madrugada del 21 al 22 de octubre  los supervivientes así como la dotación de presa compuesta por 150 hombres pasaron esa noche luchando con las bombas para evitar que se hundiera. El día 28, varios botes de los navíos Orion y Leviathan comenzaron a salvar a la gente. No pudiendo salvar el navío, ordenaron que fuese quemado el día 30 de octubre al igual que en el caso del Argonauta. Es también muy probable que el mismo se hundiera ya al Este de Tarifa.

Navío Redoutable.  El Redoutable, navío francés de 74 cañones, se hundió al día siguiente de la batalla en la zona del mismo campo de batalla, tras el durísimo castigo al que fue sometido por  los navíos ingleses Victory y Temeraire  durante el combate. Cuando el mismo finalizó en sus cubiertas yacían 487 muertos y 81 heridos de una tripulación de unos 630 hombres.  Es más que probable que el navío fuera incendiado por los ingleses antes de hundirse.

 

Navío Intrepide  TRas la batalla y con gravísimos daños a bordo el navío de 74 cañones Intrepide  fue tomado a remolque por un buque inglés para ser conducido a Gibraltar. Sin embargo el efecto combinado del temporal de después de la batalla y los daños que sufría el navío hicieron que el mismo fuera abandonado a su suerte hundiéndose a Oeste del Islote de Santi Petri a una profundidad de unos 30 metros según algunas versiones.  Es opinión de este autor que tal posicionamiento de los restos del buque carece de fundamento y que a fecha de hoy desconocemos su posición exacta. El alférez Gicquel, un testigo presencial,  describió así los últimos momentos del navío:

“Nuestra situación sobre el Intrepide se agravaba cada minuto. En medio de tanta sangre derramada y de tanto cadáver, el silencio solo estaba perturbado por el sordo rumor del oleaje y el borboteo que hacia el agua subiendo en la sentina. Comenzaba a anochecer y era fácil de prever que antes del amanecer se hundiría. Encontramos un farol que colocamos en la punta de una vara y comenzamos a agitarle para atraer la atención de cualquier barco que estuviera próximo a nosotros. Providencialmente, el Orión pasaba cerca de nosotros al alcance de la voz, le llamamos y mando una embarcación para socorrernos. Poco después, el Intrepide desaparecía bajo las aguas.”

A pesar de que había estado en manos británicas como presa no hay constancia en este caso de que fuera incendiado por sus captores quienes simplemente lo dejaron hundirse. No hay datos relativos al pecio, su preservación y catalogación.

 

 

 

Buques perdidos por hundimiento o embarrancada a causa del temporal que se desató tras la batalla.

 

Tres son las zonas en las que fueron a naufragar un total de nueve navíos franceses y españoles tras la batalla:

-          Cádiz y Sancti Petri. (Bucentaure y Fogueoux.)

-          Bahía de Cádiz. Zona costera de El Puerto de Santa María y Rota. (Neptuno, San Francisco de Asís, Indomptable y Aigle)

-          Playa de Arenas Gordas (Rayo, Monarca y Berwick)

La zona de Arenas Gordas son las playas que hay en el Parque Nacional de Doñana. En la época de Trafalgar pertenecían al término municipal de Cádiz siendo hoy en día parte de la provincia de Huelva.

Con excepción del Fogueoux y tal vez en parte del Bucentaure, el resto de pecios de Trafalgar de esta tercera categoría tienen dos características en común muy importantes:

a)    Vararon o naufragaron en arenales muy aplacerados con muy poca profundidad.

b)    Ello permitió en su día el salvamento de la mayor parte de su artillería, enseres principales y en general de lo que en aquella época se denominaban metales gruesos así como lonas, jarcia, herramientas e incluso parte de la tablazón de los navíos Existe abundantísima documentación acerca de las operaciones de salvamento de estos enseres que en algunos casos se prolongaron durante más de dos años. Las operaciones fueron llevadas a cabo por la misma Armada Española que aprovechó para su propia uso mucho del material recuperado, particulares debidamente autorizados que o bien entregaron el material a la Armada o lo revendían e incluso por lugareños de las zonas costeras en las que se produjeron los naufragios, personas de extremada pobreza que con la venta de los cuatro bártulos recuperados de los buques varados o arrojados por el mar a la costa aliviaban sus magras economías.

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos  que en los tres o cuatro años siguientes a los naufragios, lo único que quedaba en las playas eran las tablazones de aquellos que en otros tiempos fueron algunos de los mejores navíos de guerra del mundo. Dichas tablazones, las estructuras constructivas de los buques fueron siendo sepultadas en el lecho marino por la acumulación de sedimentos, muy importante en la zona, y destruidas por la acción de los temporales y los agresivos métodos de dragado utilizados en nuestro país durante décadas.

De Sur a Norte estos serían los buques que fueron a dar a la costa (como se decía en aquella época):

 

Fogueux :El navío de línea de 78 cañones Fogueux se hundió en las proximidades de Sancti Petri al día siguiente de la batalla. La mortalidad a bordo del navío fue enorme y el castigo recibido durante el combate brutal dejándolo estructuralmente muy dañado. Tradicionalmente se sabía que el navío había naufragado en la zona de la Playa de Camposoto pero no fue hasta 1999 que un instructor de buceo gaditano, don Juan Domingo Mayo, relacionó la existencia de un túmulo de forma fusiforme, conocido como el pecio de Las Morenas,  a unos 9 metros de profundidad en una zona de escasa visibilidad con la posibilidad de que aquel extraño túmulo pudiera ser el pecio del Fogueoux. Diversas  investigaciones llevadas a cabo por el CAS concluyeron en que aquel pecio podría corresponder efectivamente a los restos del Fogueux. Así  lo describía la prensa gaditana:

 

Durante 2006 los esfuerzos se volcaron en el Pecio de Las Morenas (San Fernando), que se identifican con el Fougueux. La zona se escaneó con la tecnología geofísica de última generación para determinar la presencia de registros arqueológicos, a la vez que se realizaron largas prospecciones sobre el terreno.
Pero para eliminar cualquier duda, el CAS se puso en contacto con varios equipos de expertos en arquitectura naval francesa. Durante el mes de julio del pasado año se desplazaron hasta La Isla los especialistas franceses Eric Rieth (arquitecto) y Martine Acerra (documentalista de la Universidad de Nantes), que estuvieron acompañados por Manu Izaguirre, del departamento de Patrimonio de la Diputación Foral de Bizkaia.

El estudio detallado de la arquitectura, de la artillería y del resto de sus elementos muebles les llevó a afirmar que con toda probabilidad el pecio de Las Morenas es el navío de 74 cañones Fougueux.


Bucentaure. Tradicionalmente (al menos desde 1949) siempre se ha creído que los restos de Bucentaure, el buque insignia de la escuadra combinada en Trafalgar,  reposaban en el conocido como Bajo del Chapitel, al entrada de La Caleta, muy próximo al Castillo de San Sebastián y con una profundidad de unos 14 metros. Así publicaba el Diario de Cádiz en 1948 la noticia del hallazgo de los restos:

 

Los trabajos de recuperación del pesquero "Cantábrico", encallado hace unos días en las piedras de La Caleta, han permitido encontrar los restos del navío francés "Bucentaure", que en la batalla de Trafalgar sirvió como buque insignia al almirante de la escuadra hispano-francesa, Pedro Carlos de Villeneuve.

Los buzos que trabajan en La Caleta, junto a las piedras del castillo de San Sebastián, encontraron descansando sobre el fondo, a unos ocho o nueve metros de profundidad, al buque insignia francés. Por su forma, sus portas y cañones ha sido identificado como el que combatió el 21 de octubre de 1805 en Trafalgar frente a la escuadra inglesa mandada por Horacio Nelson.

Se sabe que el "Bucentaure" en aquella ocasión se vio obligado a arriar su bandera, junto al español "Santísima Trinidad", y rendirse ante los ingleses, cayendo prisionero el almirante. El navío fue tomado a remolque por los ingleses pero en vista del enorme temporal desencadenado en la misma noche del 21 de octubre, se vieron obligados a picar el cable, quedando el "Bucentaure" a la deriva y marchando poco a poco sobre las piedras del norte del castillo de San Sebastián.

El almirante español Antonio Escaño informó que vio al Bucentaure tocar en la relinga de piedras próximas al castillo de San Sebastián. Este escrito es considerado vital para identificar el navío aparecido como el "Bucentaure".

De hecho en el Anuario Arqueológico de Andalucía del Año 2006 se llegaba a las siguientes conclusiones en relación con este pecio en un magnífico trabajo firmado por doña Josefa Martí Solano:

 

Como conclusión señalar que se establece, según los resultados obtenidos hasta la fecha, una relación directa entre el núcleo principal y el conjunto de los nuevos cañones localizados. La distancia entre ambos núcleos (alrededor de unos 120 metros) podría resultar aceptable para esta relación que se establece, en primer lugar por tratarse de un barco de unos  56 metros de eslora, y en segundo lugar por las circunstancias especiales del hundimiento, en medio de un fuerte temporal, que debió provocar una gran dispersión  de  restos. Éstos se distribuirían, según las fuentes documentales, desde la zona del primer impacto (bajos de San Sebastián  o Punta del Sur) hasta  los alrededores del Bajo de Las Puercas.

 

Los hallazgos de materiales arqueológicos que inequívocamente demuestran la nacionalidad francesa del buque, y que ponen en relación directa el contexto arqueológico con las fuentes documentales que narran el naufragio del navío de 2ª clase francés Bucentaure tras la Batalla de Trafalgar, son los siguientes: 

 

Artillería: todas las desconcreciones que han aportado leyendas sobre procedencia, señalan a Francia como nación donde se habrían fundido estas piezas, con ejemplares de Creusot y Ruelle17. La existencia de cañones del calibre de a 36  indica que se trata de los restos de un barco de gran porte (de 74 cañones o superior) y artillado de manera especial para una confrontación bélica inminente. El conjunto documentado de piezas de bronce, coincide inequívocamente en el origen francés de las mismas, y las situaría cronológicamente en un momento posterior a 1794.

 

Elementos del buque: El tamaño de algunos aparejos de a bordo estaría directamente relacionado con el porte del navío a los que prestarían servicio. Las medidas tomadas in situ de algunas piezas  pertenecerían a un  buque de guerra de 74 cañones o incluso de mayor porte.  Además, el alargado estilo de la conexión de las cadenas de las mesas de guarnición se corresponde con el de los grandes navíos de los siglos XVIII y principios del XIX. Asimismo, el hecho de documentar dos bombas de achique entre los restos del navío implica que se trata de un barco de gran porte.

 

Armamento: La empuñadura de sable localizada en una campaña anterior es una versión simplificada del sable “briquet” de infantería de 176718, y fue creado expresamente para los granaderos del Cuerpo Real de la Marina francesa.

 

Vida a bordo: se ha localizado una tapadera de bronce, que posiblemente pertenecería a las cocinas del barco. La tapadera lleva grabadas dos anclas, a ambos lados del asa central, que se identifica como  el símbolo de la Marina Francesa, utilizado  durante la Revolución, desde el Decreto de 16 septiembre 1792 hasta marzo 1803.

 

Fuentes documentales: Todas las fuentes documentales consultadas coinciden en señalar la zona de los bajos cercanos a La Caleta como lugar del naufragio del Bucentaure, relatando algunas que el barco se fracturó y quedó a merced del temporal. Esto puede explicar la dispersión de elementos en un área relativamente grande.

 

La realización de trabajos futuros en la bahía gaditana continuará aportando nuevos datos que permitirán aumentar el conocimiento sobre este pecio, sus materiales arqueológicos y sobre su ámbito espacial de influencia.

 

 

En el año 2010, con motivo de la publicación sobre la identificación del Fogueoux, se podía leer en la prensa gaditana la siguiente noticia:

 

Después comenzaron los sondeos en el yacimiento del Pecio de Chapitel, donde se da por supuesto que se encuentra el mítico Bucentaure que capitaneaba el almirante Villeneuve y desde el que se daban las órdenes a toda la flota combinada.

Durante mucho tiempo se pensó que este navío de 80 cañones se encontraba hundido frente al gaditano Castillo de San Sebastián. Sin embargo, después de analizar en profundidad las fuentes escritas de la época y recopilando la documentación arqueológica previa, se localizó en un punto a medio camino entre Cádiz y Rota.

Una de las pistas más decisivas que se tienen se reflotó recientemente del fondo del mar y, después de ser tratada para evitar su degradación, fue expuesta al público en Los naufragios de Trafalgar. Se trata de uno de sus cañones de hierro de 12 libras, que lleva grabados el año de construcción y las iniciales del maestro de forja.

¿Cuál de los dos pecios correspondería al Bucentaure? ¿Es posible que el parte del barco quedara en La Caleta y que otra gran sección del mismo fuera arrastrada por el temporal hasta la zona de Las Puercas o donde se ubique el nuevo yacimiento? Lo más lógico, desde un punto de vista estrictamente náutico, sería pensar que el navío sufrió una primera varada en el Bajo del Chapitel de la que pudo zafarse tras haber sido aligerado el  buque arrojando por la borda cañones y otros efectos y haber intentado alguna faena de anclas lo que explicaría la existencia de un ancla en la zona. Liberado de su asidero al bajo rocoso el navío  acabaría hundiéndose más al norte, en la zona del Bajo de las Puercas.

 

Neptuno.  El navío de línea de 80 cañones Neptuno, al mando del heroico Cayetano Valdés fue apresado por los ingleses en el combate tras ser su comandante herido. Durante el temporal posterior a la batalla fue represado por la Armada Española pero acabó embarrancando en la Punta de Santa Catalina en el Puerto de Santamaría el 25 de octubre donde se perdió definitivamente.

Hay suficiente documentación que indica que se llevaron diversas operaciones de remoción de restos por las que todo el armamento, aparejos, mobiliario y pertrechos del mismo fueron sacados del pecio que poco a poco se fue deshaciendo en el mar.

 

Aigle. El navío de línea de 74 cañones francés Aigle se perdió por varada en los arenales de la desembocadura del Rio San Pedro (Puerto de Santamaría), el día 23 de octubre de 1805 tras haber sido capturado por los ingleses durante la batalla de Trafalgar. Al igual que en el caso del Neptuno la documentación de la época indica que se procedió a retirar del navío naufragado todos los pertrechos del mismo.

San Francisco de Asís. El navío de línea de 74 cañones San Francisco de Asís tuvo una actuación muy poco relevante en la batalla de Trafalgar no sufriendo apenas daños. Tras regresar a Cádiz se hizo de nuevo a la mar y consiguió liberar a los navíos Neptuno y Santa Ana que habían sido apresados por los ingleses. Sin embargo el temporal acabó por arrojarlo a la costa el 25 de octubre embarrancando en la desembocadura del Rio Salado entre Rota y el Puerto de Santa María. Sus pertrechos pudieron ser recuperados.

Indomptable  El navío de línea de 80 cañones Indomptable consiguió salvar del Bucentaure a más de 500 tripulantes poco antes de que el navío se hundiera el 22 de octubre. El día siguiente, el 23 de octubre, el Indomptable quedó al garete tras haber faltado el cable del ancla mientras estaba fondeado en la Bahía de Cádiz. El navío se fue sobre los bajos rocosos de la Galera y el Diamante hundiéndose después. La cifra estimada de muertos dado que a bordo había 500 tripulantes del Bucentaure fue de unos 1400 hombres, la mayor tragedia en término de pérdida de vidas humanas en un único buque en la historia de Andalucía y el segundo en la historia de España.

Rayo. El navío de línea de 100 cañones de la Armada Española Rayo se perdió por varada en Arenas Gordas el 27 de octubre de 1805, 6 días después de la batalla de Trafalgar. El buque regresó a Cádiz tras el combate para volver a hacerse a la mar  a intentar represar algunos de los buques que habían caído en manos del enemigo. El temporal acabó arrojándolo a las playas de lo que es hoy el Parque Nacional de Doñana. Sus restos fueron descubiertos en 2003 por arqueólogos onubenses pudiendo leerse en la prensa la siguiente noticia:

 

Lo que queda del navío es un enorme casco correspondiente a su gran estructura, con piezas de artillería, el balasto, que era la piedra que llevaba el barco para ser compensado, y mucho material militar.

Lógicamente no ha sido revelada la posición en la que reposan los restos del Rayo. Hay muchas versiones que varían según el autor. Unos hablan de la playa de Castilla, otros de la desembocadura del Rio Guadalquivir y la mayor parte, incluyendo a alguien tan serio como Fernández Duro, hablan únicamente de Arenas Gordas. Hay un artículo en el número del martes 17 de junio de 1806 de la Gaceta de Madrid que ubica la posición del Rayo a media legua de la playa  en  la ensenada de la Torre del Zalabar. Marcando de forma aproximada la posición en la carta náutica nos da un punto con una sonda de unos 7 metros ubicado a algo más de cuatro millas  aproximadamente al NNW de la desembocadura del Guadalquivir y en el extremo sur de la playa de Castilla.

La proximidad a la playa del navío varado y las circunstancias que mencionamos al principio de este apartado tuvieron que hacer casi con total seguridad que el pecio fuera expoliado en su tiempo ampliamente.

Berwick. El navío de línea francés de 74 cañones Berwick se perdió por varada en la zona de Arenas Gordas el 28 de octubre de 1805 tras la batalla de Trafalgar. Capturado por los ingleses y remolcado por el HMS Britannia tuvo que ser liberado al comprobar el comandante inglés que se aproximaban diversos navíos franceses a su encuentro. El buque acabó embarrancando en Arenas Gordas encontrándose ya antes de tocar fondo en muy malas condiciones. Según los testimonios de algunos autores, el navío de línea francés quedó completamente destrozado por el oleaje.

En cuanto al lugar en el    que se produjo la pérdida del Berwick, los testimonios son también varios con notables diferencias de unos a otros:

a)    Los que hablan genéricamente de Arenas Gordas al igual que en el caso del Rayo.

b)    Entre la Torre de la Higuera y el Asperillo.

c)    Entre Torre Carbonara y Torre Zalabar.

d)    Aproximadamente en la misma zona en la que se perdió  el Rayo.

Tal vez el más preciso sea el que ubica la varada en la misma posición en la que se perdió el Rayo. Si ubicamos el pecio del Berwick ligeramente al norte de la posición reseñada para el Rayo veremos que efectivamente queda entre las torres Carbonara y Zalabar así como entre la Torre de la Higuera y el Asperillo que es la menos precisa de las posiciones dadas

 

Monarca. El navío español de 74 cañones Monarca se perdió por varada en la playa de Arenas Gordas tras haber sido abandonado por sus captores en medio del temporal que castigó la zona del combate. Al parecer sus restos varados en la playa fueron incendiados por un trozo de abordaje de una fragata inglesa para evitar que volviera a ser puesto en servicio.

Al igual que en los otros casos la ubicación del naufragio varía de un autor a otro:

 

a)    Los que hablan genéricamente de Arenas Gordas al igual que en los casos  del Rayo y del Berwick

b)    Entre la Torre de la Higuera y el Asperillo.

c)    Paraje de la Higuera.

d)    A nueve millas (tres leguas) de la posición en la que quedó el Rayo.

Esta última opción ubica al Monarca  aproximadamente al Oeste  de la actual urbanización de Matalascañas, en el que se conocía en los tiempos de la batalla como paraje de la Higuera por existir allí una torre almenara que lleva ese nombre.

Conclusiones.-

Recapitulando, de lo anteriormente expuesto podemos concluir en que:

1)    El número de navíos destruidos por acción de guerra o accidente de mar fue de 15 unidades, 8 franceses y 7 españoles.

2)    De los 15 navíos naufragados 9 lo fueron en la costa y 6 en altamar aunque también relativamente cerca de las costas españolas.

3)    De los 15 navíos naufragados únicamente están localizados con un grado significativo de certeza 3 de los mismos.

4)     Los 3 navíos localizados e identificados han sido inspeccionados y catalogados por las autoridades de patrimonio histórico españolas.

5)    Muy probablemente en los tres casos se han producido expolios tanto en la época de los naufragios como, en al menos dos de los casos, en fechas recientes.

6)    Muy probablemente los pecios de cuatro de los navíos naufragados, Neptuno, Berwick, San Francisco de Asís y Aigle estén completamente destruidos tanto por la acción del mar como por la de los hombres no quedando de los mismos muy escasos o tal vez  ningún resto.

7)    De los navíos todavía no localizados del que se tendría una mayor certeza acerca de su posición sería el Santísima Trinidad. El valor histórico del pecio del gran navío español es incalculable y requiere de medidas urgentes para su preservación fruto de un esfuerzo mancomunado por parte de la  Universidad, responsables de patrimonio histórico e iniciativas privadas.

 

 Fernando José García Echegoyen

naufragios.es@gmail.com