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03 noviembre 2020

RECORDANDO LA ISLA DEL TESORO.

Si el marinero cuenta al marinero canciones
De tempestades y aventuras, de calor y de frío,
De goletas, islas y gente abandonada,
De bucaneros y tesoros enterrados,
Y la vieja historia, contada otra vez
Exactamente igual que antes,
Gusta, como a mí en otro tiempo me gustó,
A los jóvenes de hoy más instruidos:
¡No se hable más! y si no,
Si el joven estudioso ya no sueña,
Si ha olvidado sus antiguas quimeras,
A Kingston, al bravo Ballantine,
O al Cooper de los mares y los bosques:
¡Tampoco se hable más! ¡Compartiré
Con mis piratas la tumba
Donde descansan con sus fechorías!

Robert Louis Stevenson
La isla del Tesoro

Fue mi primer libro. Lo lei de un tirón con apenas siete años y en sus páginas, aparte de la magia de la lectura aprendí otras cosas no menos importantes. Como por ejemplo que no es necesario viajar a mares lejanos para vivir auténticas aventuras. Y descubrí personajes cuyo recuerdo me ha acompañado durante el resto de mi vida. Descubrí al pequeño Jim Hawkins, con quien embarqué en la Hispaniola. O a John Silver "El Largo" de quien me hubiera gustado ser amigo. Y al siniestro Perro Negro que en una mesa de la posada del Almirante Benbow me habló susurrando de quince hombres que llevaban el cofre del muerto y de una botella de ron.

Cada tres o cuatro años vuelvo a leerla. Y cada vez que saco el volumen de mi biblioteca me invade la misma emoción. Es como si fuera la primera vez. Ayer la terminé. Y de nuevo parte de mí quedó para siempre en la Isla del Tesoro.

 

 Fernando José García Echegoyen

naufragios.es@gmail.com

https://www.echegoyen.es