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31 octubre 2020

EL NUEVO TITANIC (O TITANIC II). UN CANTO A LA NECROFILIA.

 

 

Vaya por delante mi afirmación de que estoy absolutamente convencido de que este despropósito al que llaman Titanic II no se va a construir nunca, pero por si acaso me voy a despachar a gusto. Digo que no se va a construir, en mi no humilde opinión (en este particular caso) por razones técnicas y económicas (que a la postre son el mismo tipo de razones). Desde el punto de vista de la construcción naval, la de 1911 y de la hoy se parecen como un culo a una alcachofa; nada que ver.  Aparte del hecho de que  los materiales y técnicas de construcción han evolucionado de forma que nada tienen que ver los modernos sistema con los de antaño, hidrodinámicamente los cascos son absolutamente distintos y las superestructuras de los buques idem de idem. Por no hablar de la propulsión en todos sus elementos, desde las calderas a las hélices, la habilitación, sistemas de seguridad etc, etc. En resumen y para no aburriros con excesivos tecnicismos, construir un barco igual desde el punto de vista hidrodinámico que el Titanic, con idénticas características, superestructuras, capacidad, habilitaciones, prestaciones  y demás es técnicamente imposible.

Como mucho podrían construir un casco con algún parecido al del Titanic con técnicas modernas y luego ponerle algunos postizos para que se pareciera al Titanic original. Pero esto no es, ni de lejos,  una réplica exacta del Titanic que es lo están vendiendo los promotores de esta extraña idea.

Pero a decir verdad, lo que en realidad me interesa transmitir con este pequeño comentario son los siniestros aspectos de la idea en sí. Veamos: si un grupo de financieros y publicistas deciden construir un barco al que van a bautizar como Titanic 2, que va a costar una fortuna  y que presuntamente es una réplica del difunto liner inglés (aunque ya hemos dicho que es poco menos que imposible) será porque esa idea tiene un público potencial. Expresado de otra forma: porque va a haber mucha gente que va a pagar una determinada suma de dinero (sospecho que elevada)  por viajar a bordo de ese barco. ¿Me seguís?. Ven un buen negocio en el tema.

Vamos con los futuros, probables o presuntos usuarios, los clientes, quienes quieren o ansían pegarse o viajecito a bordo del Titanic II. Estoy de acuerdo en que el Titanic ha sido un tema de interés, de estudio y de afición  para millones de personas (casi todos mitómanos) en  el mundo, entre los que por cierto me incluyo. Quienes hayáis leído mi último libro (Titanic, Historias Para Después de un Naufragio) conocéis mi pasión y afición por la historia del Titanic tanto desde el punto de vista del profesional como desde el de la persona corriente. Por ello entiendo perfectamente que haya muchísima afición por el tema. Y me alegra sobremanera que la película de James Cameron haya creado tanta afición al tema del Titanic entre los más jóvenes que quedaron fascinados por la historia de amor entre Jack Dawson y Rose Dewitt Bukater  (por cierto que me comprometo en un futuro no muy lejano a hacer un especial sobre la película comentando sus logros y sus errores en la cuestión náutica y en la histórica). Pero de ahí a querer embarcar y hacer un viaje en un barco que es una réplica del Titanic, va un gran trecho.

Porque, ¿Cuál fue el mérito del Titanic? ¿Cuál es el legado que nos dejó el Titanic?. Fundamentalmente la muerte por hipotermia de mil quinientas y pico personas. Eso es lo que hay detrás del Titanic; su principal y más siniestro legado. El Titanic en sí era un barco, un bien material sin cualidades o actitudes atribuibles a los  humanos  como la bondad o la maldad.  Pero la principal consecuencia de su existencia  (breve existencia, como escribió lúcidamente Conrad) fue  que esas mil quinientas y pico personas perecieron heladas en el mar después de que el buque colisionara a toda máquina contra un témpano de hielo debido al mal gobierno que del mismo estaban  haciendo el capitán y sus oficiales. Esto es lo que queda del Titanic después de quitarle de encima a la historia  libros, películas, glamur, moralejas y moralinas y demás zarandajas. Un espantoso accidente con un escalofriante saldo de vidas humanas .

Por eso digo que el construir una réplica del Titanic no es más que un canto a la necrofilia. Una frivolidad que lo único que demuestra es que vivimos en una sociedad muy enferma. Reflexionad, por favor, sobre estas preguntas que voy a formular:

-          ¿Os imagináis a alguien construyendo una réplica de cualquiera de los autobuses que de cuando en cuando se accidentan en nuestras carreteras y causan treinta o treinta y muertos para luego viajar en la réplica?

-          ¿Concebís que se pudieran construir por ejemplo réplicas del World Trade Center para que unos cuantos centenares de anormales con más dinero que sentido común se reunieran los 11 de septiembre allí?

-          Considerad que a alguien se le ocurre construir una réplica del  Joven Alonso o de Os Tonechos o de cualquiera de los centenares de pesqueros que se han hundido en nuestras costas  sembrándolas de luto y dolor y que luego se dedica a pasearse por ahí con el barquito. 

Supongo que esas propuestas os parecerán grotescas ¿no?. Pues construir una réplica del Titanic para hacer lo propio es exactamente lo mismo y tiene los mismos tintes siniestros y grotescos. Un canto a la necrofilia, un acto de mal gusto y una falta de respeto hacia los muertos y sus familias. Que en nuestra amada sociedad occidental impera el mal gusto, la ordinariez y la abundancia de horteras, freaks y macarras es un hecho fácilmente constatable con tan sólo encender la televisión y sintonizar uno de los muchos canales que padecemos . Pero que se esté llegando a este grado de mal gusto es un claro síntoma, ya lo dije antes, de que la nuestra es una sociedad muy enferma que anda muy baja de defensas. Defensas tales como la cultura, la educación, el valor por las personas, por la amistad……………………………………..

Fernando José García Echegoyen

naufragios.es@gmail.com

https://www.echegoyen.es